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domingo, 7 de febrero de 2010

La polinización de las plantas





La Polinización "Para la abeja una flor es un fuente de vida, para la flor una abeja es una fuente de amor"
El término polinización hace referencia al desplazamiento o trasiego del polen desde una flor que lo produce, a otra flor de su misma especie, en principio, que lo recibe. Este fenómeno tan sencillo a primera vista, trae asociado unas consecuencias inmediatas y de gran trascendencia, como son la formación del fruto, de una importancia vital en la agricultura y la formación de la semilla, que le servirá al vegetal para perpetuar su especie y multiplicarse.

Los tres tipos de polinización
En líneas generales, hay tres tipos de polinización: se llama anemófila cuando el polen llega a las flores transportado por el viento; hidrófila cuando el transporte lo realiza el agua, y por último zoófila cuando corre a cargo de un animal. Este último caso es mucho más frecuente y eficaz. Dentro de la polinización zoófila, sin duda la más importante es la entomófila, o sea, la polinización realizada por insectos polinizadores.
Actualmente en nuestro planeta hay descritas más de un millón de especies de insectos y dentro de ellos, los que pueden considerarse como mutualistas de polinización pertenecen a los grupos siguientes: Coleópteros, Lepidópteros, Dípteros e Himenópteros. Es precisamente en este último grupo de insectos donde se encuentran los polinizadores más eficaces y con adaptaciones especiales. En las zonas de clima templado se ha estimado que el 70-95% de los insectos polinizadores son himenópteros. Cabe mencionar a las abejas solitarias, los abejorros y sobre todo a la abeja de la miel.
Así, las flores y los insectos constituyen el más claro ejemplo de mutualismo entre el reino animal y el vegetal. Miles de años de evolución los han adaptado mutuamente, de modo que ambos consiguen grandes ventajas con ello. Si el color, la elegancia, la gracia y la fragancia de las flores nos atraen y despiertan nuestra sensibilidad, dentro del universo natural no están concebidos para representar nuestros sentimientos, sino para atraer a los insectos polinizadores, que hacen de intermediarios en la fecundación.